A primera vista, la respuesta está perfectamente clara. Lo malo es que mientras uno veía completamente claro que habría de girar en tal sentido, otro veía con la misma claridad que habría de girar en el contrario.
Por todo ello, tan sólo toca de pasada la que ha sido y es piedra angular de la vida de Feynman: la ciencia. Ciencia que en el libro solamente vemos acá y allá, a modo de telón de fondo de una anécdota o de un acontecido, pero nunca como el punto focal de su existencia, como bien saben generaciones de alumnos y colegas suyos.
Se me ocurrió una plan. «Tiene que ser algún tipo de cambio químico. ¿United states usted algún tipo especial de pigmentos que reaccionen químicamente?».
« ¡Ah, sí! —contesté—. Pues claro que he sido yo. Aquí puedes ver los arañazos que me hice en los nudillos, cuando me rocé las manos contra la pared al bajar la puerta al sótano».
Entonces añadió: «Y sufriría un retardo —la onda se retrasa en volver— así que todo cuanto ha descrito es luz reflejada».
Observé a estos paramecios chocar con algo, recular, girar un ángulo, y volver a avanzar. La notion que dan los libros es que se trata de algo mecánico; algo así como un programa de computadora. Pero no es ésa la impresión que se saca de la observación directa.
Me fijé en que las camareras siempre tenían prisa, siempre corriendo de acá para allá. Un día, por divertirme, dejé mi propina, que de ordinario period de 10 centavos (lo more info corriente, en aquellos días), en dos monedas de five, cubiertas por sendos vasos. Llené de agua cada vaso hasta el borde, dejé caer una moneda en su inside y después, tapando la boca con una tarjeta, los invertí dejándolos boca abajo sobre la mesa.
Nuestro teorema no les hacía gracia, y yo aprovechaba para picarlos. Les decía que en matemáticas son habas contadas, que nunca hay nada verdaderamente sorprendente, que lo único que demostraban eran cosas obvias.
A la mañana siguiente, miré por la ventana y vi a los dos tipos de la otra fraternidad (los que conocí en Nueva York) subiendo por los escalones que daban a la entrada. Salieron entonces a hablar con ellos algunos otros de la Sigma Alpha Mu, y se entabló una gran discusión.
Hice también algunas cosas con motores eléctricos, y construí un amplificador para una fotocélula que me compré, con la que hacía sonar un timbre al taparla con la mano.
También tenía yo un pequeño microscopio de mano. Era un microscopio de juguete, y le desmonté el tubo, que sostenía con la mano como si fuera una lupa, a pesar de que period un microscopio de unos 40 ó fifty aumentos.
Los martes por la noche me gustaba ir a un sitio llamado Sala de Baile Raymor y Playmore, que eran dos salas de baile interconectadas. Mis hermanos de fraternidad no frecuentaban esos bailes «abiertos»; favorían sus propias fiestas, donde las jóvenes que traían eran las hijas de la clase alta, y a las que habían conocido «adecuadamente».
Conservaba todavía mis notas algunos años después, cuando en la escuela empezamos a estudiar la trigonometría, y pude ver que mis demostraciones eran muchas veces distintas de las del libro. En algunas, no habiendo dado con una forma sencilla de hacerlo, había estado removiendo Roma con Santiago hasta conseguirlas.
«Pues estimo que deberían tener entre veinticinco y cincuenta químicos, y que el jefe del departamento tendría su propia oficina especial de esas de cristal. Ya sabes, como las de las películas, y todo el día estarían entrando y saliendo tíos de allí que le consultan los proyectos de investigación que están realizando, para que les aconseje, y después, a más investigación. Con veinticinco o cincuenta químicos, ¿cómo diablos íbamos a poder competir con ellos?».